martes, 23 de mayo de 2017



Pena-roja de Tastavins

Les Roques del Masmut



Sábado, 20 de mayo













Salir media hora antes es llegar a la hora adecuada, como el tren de la una de mi niñez que pasaba siempre a la 'y media'. Café, charradica sin prisas -para eso hemos madrugado-. Una pista de tierra nos acerca al salto de La Portellada. Por el camino predominan almendros y olivos en terrazas. Imposible disfrutar de la  'espectacular' cascada: el caudal del salto (20 metros) depende de las lluvias. En la parte de arriba, invisibles hilillos de agua discurren por el juego de formas  producidas por la erosión, desapareciendo sin ruido en la gran poza.









Estamos en Peñarroya de Tastavins. Es medio día y una brisa suave nos anima a subir las empinadas calles hasta lo alto del pueblo de donde parte el camino que nos acercará a la impresionante mole de las rocas del Masmut. A pesar de la hora el camino, que va ganando altura poco a poco, no se hace pesado. Llegamos al mirador, nuestra meta. La espectacular mole del Masmut se muestra en toda su inmensidad, con paredes de más de 100 metros de altura. Desde aquí, la diversidad paisajística es extraordinaria.



El color rojizo de las peñas es el que le da el nombre al pueblo, mientras que el topónimo Masmut, de origen árabe, podría proceder de la tribu bereber de los 'Mas Mudas' o, tal vez, sea una derivación de 'Mas del Mudo'.









Comemos. En el cielo, la silueta minúscula de un buitre que planea suavemente. Los pinos carrasco, que nos han acompañado en el soleado camino, nos dan sombra. En las zonas más umbrías dejan sitio al pino negral. Los enebros ya no son  tan achaparrados, carrascas... Última mirada a las peñas. Regresamos al pueblo. El calor se soporta bien, pero cuando vemos el cartel que indica 'Arroyo de los Prados', seguimos el leve descenso en animada charla, nadie lo ve. 









Pañarroya de Tastavins merece una sosegada visita a su casco urbano. Se formó a la vera del castillo, bajando la ladera de la montaña. Calles empinadas, casas encaladas con balcones de madera torneada y amplios aleros que caracterizan la arquitectura popular de Peñarroya, y también la forja. Junto a la Casa de la Villa  (s. XVI) destaca la antigua cárcel, la cual se conserva en perfectas condiciones. Tiene tres estancias, la primera y más grande estaba destinada a vivienda del carcelero, y las otras dos, comunicadas por un angosto pasadizo excavado en la roca, a calabozos. Se conservan esgrafiados hechos por los presos y una argolla.










A escasos dos km está el santuario de la Virgen de la Fuente, un complejo que agrupa la ermita antigua, la ermita barroca y la hospedería, sin olvidar la fuente de 15 caños. En el siglo XIII se construyó la primitiva ermita que fue sustituida entre 1340 y 1360 por otra más grande, en estilo gótico-mudéjar, que se conoce hoy como ermita antigua o de Arriba. Sobresale la bella techumbre de madera decorada con motivos geométricos, heráldicos y rostros humanos; así como, abundantes cruces de Calatrava. Fue declarada Monumento Nacional en 1931 y Patrimonio Mundial dentro del arte mudéjar de Aragón en 2001. Todos los retablos e imágenes fueron destruidos durante la Guerra Civil.





  


El portal de acceso está formado por cuatro arquivoltas ojivales con dos frisos corridos, con escenas del Nuevo Testamento como la Anunciación, la Huida a Egipto, la Visitación, la Epifanía, la Crucifixión o la Resurrección. 







En el tímpano central está la imagen de la Virgen en Majestad rodeada por cuatro ángeles. Su fachada da a la hospedería y al claustro del antiguo convento.



Sin prisas, en un lugar tan sorprendente como encantador, 
qué bien sientan unas cervezas...
















La tarde se alarga. Por un camino rural asfaltado, tomamos la dirección del pantano de Pena. Craso error. Pronto el asfalto deja paso a un camino para tractores y máquinas agrícolas. Los baches, caballones y piedras acarician con gusto los bajos de los coches. Los conductores se acuerdan de quien tuvo la feliz idea. El paisaje está en todo su esplendor primaveral. Almendros, olivos, el cereal, los pinos en las laderas... El camino mejora, estamos ya en la cola del embalse. Es un recreo para la vista el pequeño lago azul abrazado por los pinos. Construido en 1930 para recoger las aguas del río Pena, su uso es eminentemente agrícola.  












Parece ser que no hay prisa. Valderrobles está cerca y, aunque la visita sea breve, bien la merece.  Nos da la bienvenida el puente de piedra; a través del portal de san Roque, entramos en la plaza rodeada por los edificios civiles singulares, como el magnífico ayuntamiento gótico o la 'Fonda', con su torreón esquinero, las almenas y las gárgolas. Un paseo sin orden nos lleva nuevamente a la plaza. Vamos en busca de los coches, despedidas y ¡qué tarde es! 












Fotos de Matilde, Pepe, CarmenB y Josemari