lunes, 22 de octubre de 2018



Paseo de otoño 
De Hoz de Jaca a Biescas



 Sábado, 20 de octubre




















Tras las lluvias de ayer, el día se presenta despejado. El café, en Hoz de Jaca. Iniciamos la excursión. El camino, que coincide con el camino real que pasaba a Francia por El Portalet, lugar de tránsito obligado de viajeros, ejércitos, mercancías o peregrinos, desciende entre tupido bosque hasta la presa de Búbal. Casi a sus pies, el abandonado Polituara, cuyas casas y tierras fueron expropiadas con motivo de la construcción del pantano en 1971. El topónimo procede del término latino 'pulire' (limpio). Emplazado en el camino real, fue siempre lugar de paso, por lo que hubo fonda y panadería. Hoy está en proceso de recuperación.
























Seguimos el sendero paralelo al Gállego entre hayas y bojes. Sorprende el enorme tajo que desgarra la roca: es la ‘losera’ de Polituara, una cantera de pizarra ya en desuso. Aún se ven los restos cubiertos por el musgo de los refugios de los loseros. Una pasarela de hierro cruza el barranco Espumoso, límite entre el valle de Tena y la Tierra de Biescas. El río se encajona, un arriesgado puente tibetano lo cruza donde otrora existía un puente ‘normal’. Pasamos junto a algunos de los asentamientos fortificados de la llamada Línea P o Línea Pirineos, una barrera defensiva construida entre 1944 y 1948 que recorría los Pirineos para evitar la invasión de los nazis o los aliados. Ni se culminó la obra ni entraron en servicio. Hoy están abandonados. Existe un proyecto colaborativo cuyo objetivo es censar los búnkeres construidos entre 1939 y 1948 en los Pirineos y poner en valor este magnífico patrimonio de la arquitectura militar.





Polituara. A la izquierda, imagen de principios del s. XX. Arriba, a la derecha está casa Domec (antiguo mesón y panadería) 



Esperando...
















Después de pasar la vía ferrata y los restos de la batería militar, un camino zigzaguea hasta la ermita de santa Elena. Cerca del santuario se encuentra el fuerte fusilero, actualmente abandonado, dominando estratégicamente el desfiladero. Seguimos hasta la pradera donde se ubica el dolmen de santa Elena. Fue el primero que se descubrió en Aragón en 1932. El que vemos es una reconstrucción de uno de los que fueron derruidos durante la Guerra Civil (se espera encontrar la base del desaparecido). Al lado, una iniciativa curiosa: el horóscopo celta. A cada mes le corresponde un árbol. En esta fecha sería el castaño: la honestidad. Cerca del dolmen está el zoque de santa Engracia en recuerdo del desaparecido despoblado medieval del mismo nombre y en sustitución de la parroquial. Se denomina ‘zoque’ (limosnero) al cepo para las limosnas en Tierra de Biescas.






Planos de las plantas de los dólmenes de Biescas, publicados por el profesor Almagro en 1934.






Continuamos por el sendero accesible de santa Elena que cubre un canal hidroeléctrico. Cruzamos el barranco de Lasieso; aguas abajo lo salva el puente del Diablo (S. XVI). Dejamos a nuestra izquierda el crucifierro, lugar de encuentro de los pastores antes de subir a los puertos, muy cerca de la silleta y fuente de santa Elena. En el bosque abundan el boj y el acebo. El sendero discurre paralelo al canal, que guarda el nivel con un muro de buena piedra. Tras cruzar el barranco de Iguarra y los campos y bordas de Estagüen, llegamos a Biescas. Cansadicos, cervecica, charradica y ta casa. Bueno, cuatro gotas y un chaparrón nos han acompañado en el camino.












Fotos de Carmen, Federico, Teresa, 
Nines, Matilde y Josemari