La villa romana y su almazara
Sábado, 20 de enero
Los restos de esta gran vivienda comprenden un espacio residencial, decorado con mosaicos, en uno de ellos el héroe Belerofonte se enfrenta a la Quimera, y pinturas murales. Pero lo que nos llama la atención es el anexo a este espacio por su magnitud, que refleja fielmente cómo era la producción de aceite y vino. Cinco grandes prensas de viga -una de ellas reconstruida-, nos desvelan el alto volumen de estos productos que esta factoría era capaz de generar, destinados a su distribución y comercialización.
Llegamos a Castelnou atravesando un estrecho y escultural puente de piedra. En la plaza están preparando una imponente hoguera para celebrar la fiesta de San Valero. Cuenta la tradición, que a San Valero a su paso por Castelnou le intentaron "dar gato por conejo" en la posada donde paró a comer. Cuentan que éste, cuando la mesonera le puso el plato de comida sobre la mesa pareció percatarse del engaño, ya que él había pedido conejo, y dijo, "si eres gato salta del plato y si eres conejo éstate quieto". Parece ser que le saltó a los ojos de la mesonera. ¡He ahí el milagro! Desde entonces se celebra el paso del santo por Castelnou.
Comemos, pocas palabras, el vino corre en fino chorro de la gentil bota de R. El sol cae a plomo pero se soporta. Recorremos el exterior para ver los restos de la nevera medieval y las piletas que recogen el agua de lluvia. No hay siesta. Mientras unos cultivan amena sobremesa, otros nos acercamos al embalse de Valimaña. Nos sorprende la trinchera del ferrocarril minero que llevaba el carbón desde Andorra hasta la central térmica de Escatrón. Estamos encima de uno de los cuatro túneles que cruza la línea, ya desmantelada. Al fondo, vemos el embalse y la granja del mismo nombre.
El alcalde nos enseña la Cripta, una estancia subterránea gótico-mudéjar (siglos XIV y XV) que formaría parte del castillo y de la que se mantiene la incógnita sobre sus posibles usos, aunque posiblemente fue un almacén de la Orden de San Juan de Jerusalén. En una de sus bóvedas, dentro de una urna de madera y cristal, se conserva un Lignum Crucis. La reliquia parece que procede de una astilla de la Vera Cruz de Caspe. En el albergue tomamos el café de despedida. Los lamineros no se abstienen de un chocolate con churros, digo con porra. Felices ellos...
Bueno,
no ha costado mucho poner a tono seis coches. Urrea de Gaén está cerca, pero
estacionar los vehículos es otra cosa. ¿Para qué sirven los carteles que
indican 'aparcamiento'? Para dejar los coches en cualquier rincón que la
morfología urbana morisca nos deja. El inevitable café lo tomamos en La
Maravilla. Hay madalenas para todos y sillas casi para todos: somos
veinticuatro y una ausencia acatarrada.
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Eva vino
desde Azaila para ser nuestra guía de la villa
romana de la 'Loma del Regadío'. La zona del río Martín ha
conocido asentamientos humanos desde antes de 2100 a. C. Romanizado el
territorio, se crearon asentamientos agrícolas en forma de villas. Esta ocupa
una pequeña elevación rodeada de extensas tierras fértiles.
Los restos de esta gran vivienda comprenden un espacio residencial, decorado con mosaicos, en uno de ellos el héroe Belerofonte se enfrenta a la Quimera, y pinturas murales. Pero lo que nos llama la atención es el anexo a este espacio por su magnitud, que refleja fielmente cómo era la producción de aceite y vino. Cinco grandes prensas de viga -una de ellas reconstruida-, nos desvelan el alto volumen de estos productos que esta factoría era capaz de generar, destinados a su distribución y comercialización.
Vamos sin prisa a
la venta de los Frailes o venta de Valimaña. Un paseo agradable para
un día primaveral. Las bifurcaciones las resuelve el GPS de M. Ahí la tenemos
en ruinoso estado la que fue una próspera granja agrícola cisterciense dependiente
del cercano monasterio de Rueda. Después de la desamortización en 1835, se
mantuvo en funcionamiento hasta la mitad del siglo XX. El conjunto lo compone un
edificio principal de piedra sillar, que dispone de una capilla, una zona de
almacenes y posada y otra zona de servicios que cierra el conjunto.
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Comemos, pocas palabras, el vino corre en fino chorro de la gentil bota de R. El sol cae a plomo pero se soporta. Recorremos el exterior para ver los restos de la nevera medieval y las piletas que recogen el agua de lluvia. No hay siesta. Mientras unos cultivan amena sobremesa, otros nos acercamos al embalse de Valimaña. Nos sorprende la trinchera del ferrocarril minero que llevaba el carbón desde Andorra hasta la central térmica de Escatrón. Estamos encima de uno de los cuatro túneles que cruza la línea, ya desmantelada. Al fondo, vemos el embalse y la granja del mismo nombre.
Regresamos acercándonos más al río. En el pueblo nos espera el
'naturalista' E., que nos comenta en perfecto alemán sobre la práctica del
senderismo por las riberas del río Martín, que conforman, nos dice, un hermoso hábitat
natural y, además, están catalogadas como Lugar
de Interés Comunitario. Así lo entendimos según la traducción de MC. La gran
hoguera ya está preparada y ocupa casi toda la plaza, coronada por un
pino al que se llama 'La Copa'. Nos
hubietra gustado verla arder, pero nuestro tiempo era otro y queríamos hacer la última parada en
Jatiel.
El alcalde nos enseña la Cripta, una estancia subterránea gótico-mudéjar (siglos XIV y XV) que formaría parte del castillo y de la que se mantiene la incógnita sobre sus posibles usos, aunque posiblemente fue un almacén de la Orden de San Juan de Jerusalén. En una de sus bóvedas, dentro de una urna de madera y cristal, se conserva un Lignum Crucis. La reliquia parece que procede de una astilla de la Vera Cruz de Caspe. En el albergue tomamos el café de despedida. Los lamineros no se abstienen de un chocolate con churros, digo con porra. Felices ellos...
Fotos de Paco, Mariano y Marisa