martes, 19 de octubre de 2021

 

Paseo de otoño 
De Sigües a Salvatierra de Esca
Three Sun Vessels



Sábado, 16 de octubre 




Un viaje entretenido: los Mallos, Murillo, Santa Bárbara, Puente la Reina de Jaca. El café a la solana del bar (alguno tomando la fresca). Dirección Pamplona pasado Berdún se encuentra el desvío a la ermita de Santa Lucía, en su entorno se encuentra el conjunto escultórico del artista galés David Nash, titulado Three Sun Vessels for Huesca (Tres barcos o botes de sol para Huesca). Vessel es una palabra ambigua que designa un contenedor, estático o dinámico, un bote en el que guardar cosas o algo con lo que atravesar un río o surcar un mar. El conjunto se compone de una rosa de los vientos y tres grandes esculturas en madera de roble, orientadas al este, el oeste y el sur, el cual forma parte del proyecto Arte y Naturaleza que desarrolló el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) en la provincia de Huesca.

 









David Nash es uno de los fundadores del land art en Gran Bretaña, y su vasta producción se ha centrado en el trabajo de la madera. Para él la madera es “un material orgánico, con vida propia, que también muestra el paso del tiempo”. Por ello, los tres botes, van cambiando con el paso del tiempo, tendiendo la madera a oscurecerse, hasta convertirse en un color plateado. Algo con lo que el escultor quiere reivindicar “una vida más en sintonía con la naturaleza, alejada de las prisas y del estrés de nuestra sociedad”. 



Entramos en la provincia de Zaragoza más septentrional que pertenece a la comarca de La Jacetania. La antigua carretera recorre en paralelo el embalse de Yesa. Altos pilares sostienen la inacabada autovía que salvará el recrecimiento de la presa -uno de los últimos coletazos de la vieja cultura del agua-, a pesar de las afecciones sociales, ambientales, económicas. Como ya lo señaló el Tribunal de Cuentas, en un informe de 2018, estas obras son un pozo sin fondo, un ejemplo de descontrol en el gasto de dinero público.





Sigües. La pequeña y fértil llanura quedará anegada una vez que el recrecimiento de la presa se lleve a cabo. Un gran muro de protección, todavía no terminado, salvará el casco urbano de Sigües. La Confederación Hidrográfica del Ebro proyectó el pasado año en el ayuntamiento, un video infográfico para que los vecinos pudieran conocer cómo será la localidad una vez se concluyan las obras del entorno del dique de cola en el río Esca y el lago artificial en torno al pueblo sea una realidad. Veremos… La iglesia parroquial de San Esteban del siglo XI, declarada Bien de Interés Cultural, preside un casco urbano de calles amplias y cuidadas con interesantes edificios como el hospital para peregrinos, pues por ahí pasaban tres rutas del Camino de Santiago: una a cada lado del río Aragón y una tercera que, desde Francia, bajaba por el valle de Roncal. Fue a finales del s. XIX cuando se construyó la carretera por el fondo de la foz. Como salida natural del valle de Roncal, es sitio de paso de los almadieros que circulaban por el río Esca y, en recuerdo a ellos, tiene un monumento en el centro de la localidad.

 






La foz de Salvatierra. A la salida de Sigües iniciamos el recorrido de la foz labrada por el río Esca, una angosta garganta que separa las sierras de Leyre y de Orba. La senda, muy llevadera y perfectamente señalizada, incluso en algunos pasos hay colocadas sirgas como pasamanos, nos ofrece una perspectiva extraordinaria del profundo cañón. El sol del mediodía cae feliz sobre nuestras cabezas: almuerzo y tertulia. Cerca de Salvatierra tomamos otra senda menos transitada que pasa por un pequeño bosque de madroños. Al estar más cerca del río, la vegetación es más espesa. A la vista, sobre un tozal de fondo azul, se apiña Salvatierra de Esca.



















Salvatierra de Esca. Merecida cerveza y charrada larga.  En 1208 el rey aragonés Pedro II hace un llamamiento para poblar “la tierra salva”, o libre de impuestos, al sur del valle de Roncal. El nuevo núcleo se levantó en las proximidades del poblado de Obelba como lugar estratégico en las guerras fronterizas con Navarra, al que se le dotó con el fuero de Ejea.












Según ha recogido Antonio Iglesias, hay media docena de "salvatierras". Salvatierra del Miño, Salvatierra de Tormes, Salvatierra de los Barros, Salvatierra de Santiago y Salvatierra de Álava. La Salvatierra aragonesa fue sólo Salvatierra hasta 1910. Entre 1910 y 1916 fue Salvatierra de Aragón y desde 1916 Salvatierra de Esca, nunca Escá.













El casco urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico, conserva importantes edificios. Un paseo por sus calles nos lleva a los pies de la mole de la iglesia parroquial de El Salvador, de estilo tardo gótico, con su gran torre campanario almenada. Gracias a la amabilidad de una señora, pudimos ver el interior con su impresionante retablo barroco, la sillería del coro de piedra labrada y el órgano, del año 1618, recién restaurado.





Junto a la carretera que une Salvatierra de Esca y la población navarra de Castillo Nuevo, en la orilla del río Esca, pasado el cementerio, se sitúa el monasterio de Santa María de Fuenfría que es de fundación navarra entre el año 850 y 858. En 1025 se agregó a San Juan de la Peña como priorato, y que actualmente es el monasterio más antiguo de Aragón, aunque lamentablemente está en ruinas: quedan los restos de una construcción de fines del gótico. Se cierra la tarde, despedida y ta casa.




Fotos de Carmen, HortensiaJ, 
Matilde y Josemari






miércoles, 19 de febrero de 2020




Mont Regal
Arcóbriga
Castillo de la Raya




Sábado, 15 de febrero  





Parada ‘técnica’ en La Almunia de Doña Godina. Hay tiempo para un largo café: queremos visitar el Museo del Juego y el Deporte Tradicional. El museo se ubica en el la iglesia del convento de San Lorenzo, más conocida como El Fuerte. Inaugurado en 2017, el proyecto se gestó -nos dice Daniel, cicerone de la visita guiada- con la donación de una colección de materiales por parte de Fernando Maestro, natural de La Almunia y director de un museo de temática similar en el pueblo oscense de Campo.  

























El centro está compuesto por más de 500 piezas de juegos y deportes de todo el mundo, distribuidas con un orden vital, comenzando por los juegos de la infancia y continuando por los que practican mujeres y hombres. Las piezas proceden de España, Francia, Italia, Holanda, Alemania, Portugal, Suiza, Bélgica y Reino Unido y han sido fabricadas entre el siglo XIX y el XX. En total, se exponen unas 250 modalidades de juegos y deportes tradicionales. El espacio es la sede administrativa de la Asociación Europea de Juegos y Deportes Tradicionales (AEJDT), lo que lo convierte en un lugar de referencia para el estudio y promoción de los juegos y deportes tradicionales.  












Un breve paseo. Destaca la bella torre mudéjar de la parroquial de la Asunción, tiene más de 40 metros, sus filigranas de ladrillo y cerámica adornan los diversos cuerpos del templo declarada Bien de Interés Cultural, la casa natal de Florián Rey, el Ayuntamiento, el antiguo hospital de la orden de San Juan de Jerusalén hoy convertido en Casa de la Cultura… Fue imposible volver a ver la ermita de Cabañas, Monumento Nacional desde 1978, con sus pinturas murales góticas. La llave la guarda una asociación ‘cultural’, con la que hay que ponerse en contacto antes para que el día concertado haya alguien dispuesto a acompañarte. ¡Bien por la apuesta cultural y turística de La Almunia! A pesar de la contrariedad, volveremos.  










Situada a los pies del castillo de la Raya, se encuentra la ermita de Nuestra Señora de la Torre, construida en el año 1375 con motivo de la firma de la paz de Almazán entre Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Enrique II Trastámara de Castilla, que puso fin a la denominada Guerra de los Dos Pedros (1356-1375). Al estar situada en la frontera entre ambos territorios se convirtió en un símbolo de la concordia, hasta el punto que los bautizados en su pila bautismal gozaban de la doble condición de aragoneses y castellanos. La singularidad que tiene el edificio es que la línea fronteriza entre los antiguos reinos de Castilla y Aragón pasa por la mitad de la nave, de tal modo que, de la pila bautismal hasta la cabecera, es de Pozuel de Ariza y de la pila hasta los pies, es de Monteagudo de las Vicarías. En las romerías los asistentes se situaban de este modo. Al estar cerrada, no pudimos ver el artesonado mudéjar de la cabecera. En el siglo XVII se reformó tal como reza una inscripción tallada en piedra en la entrada: “HIZOSE ESTA OBRA AÑO DE 1660 SIENDO CURA HDO FDEZ” (Hernando Fernández).












Junto a la ermita, sobre un altozano se levantan los restos del castillo de la Raya por su situación fronteriza entre los reinos de Castilla y Aragón. También conocido como torre de Martín González, en un principio debió ser sólo una torre de vigilancia, siglo XIV, del valle del Jalón y la frontera castellano-aragonesa. La construye Alfonso VIII para vigilar el valle del Nágima y el río Jalón y lo cede a Martín González (que le da nombre). Sobre esta torre se construyó en el XV el castillo actual. Aunque se encuentra en estado de ruina progresiva, incluido, por ello, en la Lista Roja del patrimonio, todavía se adivina su configuración.











Consta de un recinto rectangular de altas murallas, arruinadas torres en las dos esquinas del lado oriental y cubos en el centro de los muros laterales, con la torre del homenaje caída en su mitad, adosada al muro occidental, al lado de la puerta de entrada al recinto, pudiéndose observar almenas, los mechinales de las vigas que sustentaban sus tres pisos y la puerta de acceso a un cadalso exterior de madera. Frente a la torre, un foso artificial lo separa del resto del cerro. En el interior se aprecia un aljibe que también fue paso subterráneo. Junto a los soleados muros, 18º, sin viento, es el sitio idóneo para almorzar. Y una siesta silenciosa…  






Un poco antes de llegar a Monreal de Ariza, unas naves pintadas de color son la referencia para tomar un camino a la derecha que, sin desviarnos, nos lleva al cerro del Villar, donde se ubica Arcóbriga, nombre que se atribuye al culto celta al oso, y debió pertenecer a la tribu de los belos. Está fechada entre el siglo I a. C. y el III d. C. Excavada por el marqués de Cerralbo a principios del siglo XX, Los restos más significativos se conservan en el Museo Arqueológico Nacional. Posteriormente, en 1987 Miguel Beltrán revisó sus trabajos. Hace unos años se llevaron a cabo trabajos de prospección y de acondicionamiento del yacimiento para la visita, que requeriría un mantenimiento más constante.



Las dos plataformas amesetadas están separadas por una formidable muralla de factura indígena.









Las termas. Se trata de unas termas de tipo republicano, con una parte cubierta y otra al aire libre, la palestra, para practicar ejercicios físicos y juegos. El espacio cubierto se organizaba básicamente en tres salas:

Apodyterium o vestuario, tiene anexa una piscina frigidaria a la que se accede por medio de tres escalones.
Tepidarium, estancia intermedia con un desnivel en el que se encajaría el sistema calefactor o hypocaustum, que entibiaría la habitación para preparar al bañista para la sala del agua caliente. 
Caldarium o sala para el baño caliente. En ella aparecieron restos del alveus o o bañera caliente y el praefurniun u horno que calentaba el hypocaustum.






La ciudad tenía una situación estratégica, controlando el cauce del río Jalón y muy cerca de la vía romana que unía Caesar Augusta y Complutum (Zaragoza y Alcalá). Conserva su sistema defensivo formado por dos anillos de muralla que aprovechan los relieves de la meseta en la que se ubica y otro muro que cerraba la acrópolis en la parte más alta. En el primer recinto, los restos más importantes pertenecen a la llamada casa del pretorio, la basílica y el teatro, que aprovecha los desniveles del terreno, prácticamente desaparecido, y el aljibe, excavado en la misma roca, situado al lado de la muralla central.









Tras el segundo cinturón se encuentran los edificios públicos de la ciudad ya romanizada, como las termas y el templo. Las termas ocupan unos 700 m2, la mitad ocupados por el edificio con las distintas dependencias. Del templo, que está situado en la zona nordeste, apenas es visible porque la vegetación vuelve a recuperar su espacio. Se echa en falta paneles con los dibujos explicativos de los edificios recuperados, pues no basta con la imaginación. Y, sobre todo, el mantenimiento de un yacimiento que fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931. Lo merece.












Entramos en Monreal de Ariza. Sobre la muela, el castillo de Mont Regal, fundado por Alfonso I el Batallador en 1128 y durante tres siglos y medio fue la fortaleza más fronteriza con Castilla en la ribera del Jalón. En documentos se llamó Mont Regal de la aldea Farizie (de Ariza), para ser diferenciado de Monreal del Campo, que también había fundado Alfonso cuatro años antes. Se han terminado las obras de consolidación y restauración del castillo y se van a comenzar las de la iglesia. Las vallas de protección nos impiden acceder al interior. 












Llama la atención el gran tamaño del castillo encaramado en un cerro arcilloso. Sus largos muros de tierra apisonada sobre un zócalo de piedras, se confunden con el cerro por su idéntico color rojizo. Tiene cuatro recintos escalonados, siendo el menor el más alto, que termina en una torre pentagonal, muy afilada y que difiere por su aparejo de sillería. Los dos recintos siguientes son más extensos, particularmente el tercero, en él se ubicó el cementerio antiguo. En el recinto más bajo, mirando al pueblo, la iglesia de la Asunción, que fue parroquia hasta los años sesenta. Una maravilla románica de buena piedra, a la que le ha llegado la hora de la recuperación. Los retablos y bienes muebles de esta iglesia fueron vendidos, robados, expoliados y trasladados a la nueva parroquia construida ya en el centro del pueblo.  










Tan hermoso conjunto histórico artístico, una vez recuperado, seguramente supondrá un aliciente turístico y económico para Monreal. Finis coronat opus: Torreznos, vino, infusión, café, pastas… y ta casa.


Fotos de Carmen, Matilde y Josemari