lunes, 20 de noviembre de 2017



El Betato

y el ibón de Piedrafita



Sábado, 18 de noviembre






Horario flexible. Una mañana tibia de otoño en Tramacastilla de Tena (Entramacastiella). El cielo luce limpio, lo que anticipa un día para disfrutar al aire libre. El pueblo, enclavado en un bello entorno, calles empinadas y casas bien cuidadas, con el pantano de Búbal a sus pies, a la sombra de Peña Telera y Peña Blanca y rodeado de bosques.














Entre Piedrafita de Jaca y Tramacastilla de Tena se encuentra el bosque del Betato (vedado, prohibido), uno de los hayedos más destacados y de valor botánico del valle de Tena. Nosotros iniciamos la ruta en Tramacastilla por el camino que une ambos pueblos. Hay una parada obligada en el puente que salva el barranco de Gorgol, aquí ha abierto una profunda hendidura entre las paredes de roca caliza. En apenas unos minutos un pequeño letrero nos invita a introducirnos en el bosque. Cuando alcanzamos un nuevo cruce, las opciones se decantan tomando como referencia nuestro peculiar horario flexible. 

















Así que los más deciden acercarse al ibón de Piedrafita. La senda cruza el bosque hasta alcanzar la pista de la Partacua, que en suave ascenso nos acerca al ibón. A la derecha, sierra Tendeñera; a la izquierda, peña Telera, la imponente y escarpada mole de 2.760 metros, en cuyas faldas se encuentra el bello paraje del Ibón de Piedrafita. Frío, aguas heladas, comida rápida. Imagen placentera. Queda el regusto por volver… sin prisas.












Y los menos deciden disfrutar de un tranquilo paseo. Parece ser que pasear por el bosque es beneficioso como práctica cardiosaludable y relajante. Lo cierto es que el bosque no es muy extenso, pero caminar en otoño por esta masa boscosa de altas copas y mullida alfombra, cuyas frágiles ramas desnudas tamizan el tenue sol, hace que se experimenten todo tipo de sensaciones. El silencio, los pequeños ruidos, la conversación quedan encerrados en este entorno mágico, entre la fábula y el encantamiento, pues este bosque guarda historias, mitad leyenda, mitad verdad, acerca de sucesos relacionados con la magia, las brujas y el diablo. 

















En Piedrafita nos reencontramos. Café, foto (casi todos) y vuelta a Tramacastilla. La noche se ha echado encima.




Fotos de Matilde, MarianoG, CarmenB, CarmenT, 
María José y Josemari








martes, 24 de octubre de 2017



Paseo de otoño

De dolmen a dolmen



Sábado, 21 de octubre










Presagiaban lluvias, pero estas no llegaron. Un día agradable entre sol y sombra para un paseo otoñal. Tras el descenso de Monrepós, tomamos el desvío de la Guarguera. A la entrada del valle un desvío nos acerca a Ordovés. Lo conforman dos caserones; uno, habitado; el otro, deshabitado, adosado a una torre defensiva rebajada. Sobre un alto se eleva la sencilla iglesia serrablesa de san Martín (siglo XI). 










Destaca el característico ábside semicircular rematado por un friso de rollos verticales realizados en piedra de toba sin ningún otro adorno. En el interior hay una reproducción fotográfica de las pinturas góticas que decoraban su interior y que hoy se conservan en el Museo Diocesano de Jaca. Las iglesias de Serrablo están declaradas Bienes de Interés Cultural.













La mañana es tan placentera que invita más a la charla sosegada que a coger la mochila. Pero seguimos. Tomamos el desvío de Nocito. En el puerto de Bail dejamos los coches. El dolmen de Ibirquetambién llamado de Lasaosa o "Caseta de las Brujas", es uno de nuestros objetivos. No hace falta que cojamos la mochila, ya que se trata de un paseo corto. Descubierto en 1949, se ubica sobre un pequeño cerro, lo compone una cámara interior abierta al este -la salida del sol-, formada por un circulo de piedras con una gran losa sobre ellas. Desde aquí se domina una excelente panorámica de los valles del Guarga y Guatizalema, el tozal de Guara y los Pirineos. No es difícil imaginar porqué eligieron este lugar aquellas gentes para sus ritos funerarios. Su cronología data de unos dos mil años a. C.






















Dirección a Nocito, giramos hacia el valle de Belsué, bañado por dos ríos con el mismo nombre: el Flumen, proveniente de Bonés e Ibirque, que desaguan en el embalse de su nombre. Estamos impacientes por comenzar la caminata y esto hace que la iniciemos antes y nos despistemos, con lo que se hubiera evitado que alguien metiera el pie donde no debía, pero siempre es momento para desandar y encontrar la senda que nos acercará al puente donde comienza esta ruta fácil pero larga. 









En lo alto del roquero está Lúsera -que ya conocemos-, aunque deshabitado, encontramos casas rehabilitadas y otras en ruinas. Su trazado conserva el carácter defensivo de las poblaciones medievales, con pasos abovedados. Debido a su ubicación privilegiada hay muy buenas vistas sobre el valle





















Caminamos hacia la cola del embalse de Santa María de Belsué. El paseo hasta la presa lo hacemos sin prisa. La vegetación es umbrosa. La excursión sería perfecta si aquel estuviera lleno; el río serpentea como hilo quebradizo por un lecho verde. Pero tal como van las lluvias y las venideras nieves invernales no sé cuándo se podrá disfrutar de un paisaje de agua y roca. Aun así, es muy gratificante contemplarlo. Junto a la presa están las escaleras que suben al refugio de Peña Guara, la casa del ingeniero que el club de montañeros transformó después del final de las obras. A mitad de la escalinata, casi pegada, está la cueva Artica, que a M. no le hubiera importado deslizarse por la gatera, pero le faltaba la luz frontal. Habrá otro momento. 















Se está reclamando el almuerzo si o si. Con este condicionante no se está para disfrutar de las espectaculares vistas del congosto de Cienfuéns. Buscamos un sitio ‘adecuado’. Los minutos se hacen eternos. Hemos recorrido 1,5 km hasta el contrafuerte del embalse de Cienfuéns que recoge las filtraciones de la presa del embalse de Belsué por la alta permeabilidad de los terrenos en los que se asienta, a la vez que los abundantes manantiales de Cienfuéns. Satisfechos, disfrutamos del espectacular paisaje del entorno que ha horadado el río. Como los embalses están vacíos se aprecia perfectamente la potente fuente de Cienfuéns; el atardecer realza los altos acantilados que conforma la garganta.







Desde aquí sigue la senda que se bifurca. La que baja a la antigua central eléctrica, un lugar que conocí idílico, con su poza, cascada y pequeñas campas, que hoy se ve totalmente invadido por la vegetación y en el que estaba previsto almorzar. La que nos encamina al dolmen de Belsué (oficialmente, de la Piatra o del Gargantal) asciende en suave pendiente a través del valle entre un denso matorral, encinas y bojes. A lo lejos, la inconfundible silueta del salto de Roldan cortado a tajo por el Flumen. Un desvío señalizado nos acerca al promontorio sobre el que se levanta el dolmen solitario en toda su rotundidad. Es un lugar apropiado para experimentar la simbiosis entre el paisaje y lo humano. El dolmen conserva su estructura completa. Fue descubierto casualmente en 1979.










Regresamos. El tiempo se nos echa encima, imaginamos que los amigos que prefirieron esperar y disfrutar de una vuelta sosegada, ya empezaran a notar el cansancio de la espera y a preocuparse un poco. Llegamos con las sombras de la noche. En Arguis tomamos el café de despedida. Era una noche cerrada y fría.






Fotos de MarianoG, CarmenT, CarmenB, HortensiaJ, 
Rita, Nines, Pepe y Josemari







MarianoG