El castillo de Miravet
Sábado, 8 de
abril
Una ruta larga
para madrugar lo justo. El paisaje espléndido, con todos los matices
verdes que nos está dando esta primavera. Nos espera el viejo pueblo de
Miravet, al pie del castillo templario, situado sobre la estratégica colina que
domina el río.
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"Muràbit",
así se llamaba del antiguo castillo musulmán, da nombre al actual Miravet. Desde sus orígenes en el siglo
VIII, la aljama islámica se ha ido adaptando a las paredes rocosas de la
montaña siguiendo la amplia curva del meandro. En la plaza está la atarazana
donde se calafatearon los últimos llaguts
que recorrieron el río.
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Camino del
castillo, calles estrechas, pasadizos, llegamos a la iglesia renacentista
construida por la orden del Hospital (s.
XVI) sobre la antigua aljama, buen ejemplo de los efectos del paso de la Guerra
Civil y de la Batalla del Ebro: No queda nada. Hoy se encuentra desacralizada.
En su interior vimos, menos los correprisas, una colección de la alfarería
típica de Miravet y una exposición de imágenes del paso del Ebro por parte
de las tropas republicanas. Al lado, el mirador. Es curioso, que al observar la
imperceptible corriente del río, dudas qué dirección lleva el curso de agua. En
frente, el arco del meandro y el frondoso bosque de ribera.
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El empinado carrer
del Castell nos acerca hasta el castillo.
Situado sobre la colina que domina el río, la antigua fortaleza islámica fue
conquistada por Ramón Berenguer IV en 1153, cediéndola a la orden del Temple.
Los caballeros templarios transformaron y ampliaron el recinto fortificado,
convirtiéndolo en un castillo-monasterio,
siguiendo el estilo cisterciense, adaptado para las funciones básicas
militares. Las dependencias más destacadas son las caballerizas, la cisterna,
el refectorio, la bodega y silos, la sala capitular y la iglesia.
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Con la
disolución del Temple, el castillo y las tierras pasaron a manos de
la orden del Hospital hasta 1835, que con la desamortización de
Mendizábal, pasó a manos privadas. Las guerras carlistas y la Guerra Civil
fueron las mayores causantes de su destrucción. En 1990, el castillo se cede a
la Generalitat de Catalunya, que lo restaura y lo declara Bien de Interés
Cultural.
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A los pies de la
iglesia hay una estrecha escalera de caracol que da acceso a la terraza. Esta no
tiene nada que ver con la original, pero el amplio 'ático' nos permite disfrutar
de una espléndida panorámica hasta donde
alcanza la vista en un día soleado, despejado y sin viento.
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1915, Biblioteca de Catalunya
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La restauración que se ha hecho a las paredes del patio de armas con revocados finos y con elementos modernos sin envejecer, el castillo ha perdido encanto, aunque permiten hacerse idea de su estructura anterior.
La comida en la
plaza Arenal, cada uno con lo suyo, bebidas aparte. El postre, exquisito, lo
trae graciosamente C. Los cafés, 18 al gusto. Aprovechamos la sobremesa y hacemos cuentas. La
'ecónoma' N. hizo un buen reparto, 'sobraban' 44 €. Todo tiene arreglo, hasta
la economía. Antes de iniciar el regreso, teníamos que ver el último
transbordador original de todo el Ebro que aún funciona sin motor, cruzando el
río tan sólo con la corriente del agua y la maestría del barquero.
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Una estrecha
pista entre las sierras de Mola y el Crestall nos lleva al santuario de la
Fontcalda, s. XIV. Al lado, está la fuente de los Chorros (Xorros) de agua minero-medicinal que sale a 28 grados junto al
río Canaletes. Leemos que estas aguas son famosas por contener sulfato
magnésico, cloruro sódico y carbonato cálcico, entre otras propiedades. El
sitio invitaba a un baño perfecto, pero...
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La charradica a la salida de misa
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Gandesa fue el cierre de la excursión y la última cerveza. Todavía conserva interesantes edificios. Un corto paseo por el casco antiguo para ver la Casa de la Villa, la iglesia románica de la Asunción, los portales de la plaza, la antigua cárcel, algunas casas señoriales, nos deja el sabor para encontrar otro momento para recorrer la Terra Alta tarraconense.
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Fotos de Nines,
CarmenT, Montse, Pepe, Josemari
1915, Biblioteca de Catalunya
2017, Tertulia Albada