Paseo de otoño
Sábado, 21 de octubre
Presagiaban lluvias, pero estas no llegaron. Un día agradable entre sol y sombra para un paseo otoñal. Tras el descenso de Monrepós, tomamos el desvío de la Guarguera. A la entrada del valle un desvío nos acerca a Ordovés. Lo conforman dos caserones; uno, habitado; el otro, deshabitado, adosado a una torre defensiva rebajada. Sobre un alto se eleva la sencilla iglesia serrablesa de san Martín (siglo XI).
Destaca el característico ábside semicircular rematado por un friso de rollos verticales realizados en piedra de toba sin ningún otro adorno. En el interior hay una reproducción fotográfica de las pinturas góticas que decoraban su interior y que hoy se conservan en el Museo Diocesano de Jaca. Las iglesias de Serrablo están declaradas Bienes de Interés Cultural. |
La mañana es tan placentera que invita más a la charla
sosegada que a coger la mochila. Pero seguimos. Tomamos el desvío de Nocito. En
el puerto de Bail dejamos los coches. El dolmen de Ibirque, también
llamado de Lasaosa o "Caseta de las Brujas", es uno de nuestros
objetivos. No hace falta que cojamos la mochila, ya que se trata de un paseo
corto. Descubierto en 1949, se ubica sobre un pequeño cerro, lo compone una
cámara interior abierta al este -la salida del sol-, formada por un circulo de
piedras con una gran losa sobre ellas. Desde aquí se domina una excelente
panorámica de los valles del Guarga y Guatizalema, el tozal de Guara y los
Pirineos. No es difícil imaginar porqué eligieron este lugar aquellas gentes
para sus ritos funerarios. Su cronología data de unos dos mil años a. C.
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Dirección a Nocito, giramos hacia el valle de Belsué, bañado
por dos ríos con el mismo nombre: el Flumen, proveniente de Bonés e Ibirque,
que desaguan en el embalse de su nombre. Estamos impacientes por comenzar
la caminata y esto hace que la iniciemos antes y nos despistemos, con lo que se
hubiera evitado que alguien metiera el pie donde no debía, pero siempre es
momento para desandar y encontrar la senda que nos acercará al puente donde
comienza esta ruta fácil pero larga.
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En lo alto del roquero está Lúsera -que ya conocemos-, aunque deshabitado, encontramos casas rehabilitadas y otras en ruinas. Su trazado conserva el carácter defensivo de las poblaciones medievales, con pasos abovedados. Debido a su ubicación privilegiada hay muy buenas vistas sobre el valle
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Caminamos hacia la cola del embalse de Santa María de Belsué. El paseo hasta la presa lo hacemos sin prisa. La vegetación es umbrosa. La excursión sería perfecta si aquel estuviera lleno; el río serpentea como hilo quebradizo por un lecho verde. Pero tal como van las lluvias y las venideras nieves invernales no sé cuándo se podrá disfrutar de un paisaje de agua y roca. Aun así, es muy gratificante contemplarlo. Junto a la presa están las escaleras que suben al refugio de Peña Guara, la casa del ingeniero que el club de montañeros transformó después del final de las obras. A mitad de la escalinata, casi pegada, está la cueva Artica, que a M. no le hubiera importado deslizarse por la gatera, pero le faltaba la luz frontal. Habrá otro momento.
Se está reclamando el almuerzo si o si. Con este condicionante
no se está para disfrutar de las espectaculares vistas del congosto de
Cienfuéns. Buscamos un sitio ‘adecuado’. Los minutos se hacen eternos. Hemos
recorrido 1,5 km hasta el contrafuerte del embalse de Cienfuéns que recoge las
filtraciones de la presa del embalse de Belsué por la alta permeabilidad de los
terrenos en los que se asienta, a la vez que los abundantes manantiales de
Cienfuéns. Satisfechos, disfrutamos del espectacular paisaje del entorno que ha
horadado el río. Como los embalses están vacíos se aprecia perfectamente la
potente fuente de Cienfuéns; el atardecer realza los altos acantilados que
conforma la garganta.
Desde aquí sigue la senda que se bifurca. La que baja a la
antigua central eléctrica, un lugar que conocí idílico, con su poza, cascada y
pequeñas campas, que hoy se ve totalmente invadido por la vegetación y en el
que estaba previsto almorzar. La que nos encamina al dolmen de Belsué (oficialmente, de la Piatra o del Gargantal)
asciende en suave pendiente a través del valle entre un denso matorral, encinas
y bojes. A lo lejos, la inconfundible silueta del salto de Roldan cortado a
tajo por el Flumen. Un desvío señalizado nos acerca al promontorio sobre el que
se levanta el dolmen solitario en toda su rotundidad. Es un lugar apropiado
para experimentar la simbiosis entre el paisaje y lo humano. El dolmen conserva
su estructura completa. Fue descubierto casualmente en 1979.
Regresamos. El tiempo se nos echa encima, imaginamos que los amigos que prefirieron esperar y disfrutar de una vuelta sosegada, ya empezaran a notar el cansancio de la espera y a preocuparse un poco. Llegamos con las sombras de la noche. En Arguis tomamos el café de despedida. Era una noche cerrada y fría.
Fotos
de MarianoG, CarmenT, CarmenB, HortensiaJ,
Rita, Nines, Pepe y Josemari