Paseo de otoño
De Hoz de Jaca a Biescas
De Hoz de Jaca a Biescas
Sábado, 20 de octubre
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Tras las lluvias de ayer, el día se presenta despejado. El café, en Hoz de Jaca. Iniciamos la excursión. El camino, que coincide con el camino real que pasaba a Francia por El Portalet, lugar de tránsito obligado de viajeros, ejércitos, mercancías o peregrinos, desciende entre tupido bosque hasta la presa de Búbal. Casi a sus pies, el abandonado Polituara, cuyas casas y tierras fueron expropiadas con motivo de la construcción del pantano en 1971. El topónimo procede del término latino 'pulire' (limpio). Emplazado en el camino real, fue siempre lugar de paso, por lo que hubo fonda y panadería. Hoy está en proceso de recuperación.
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Seguimos el
sendero paralelo al Gállego entre hayas y bojes. Sorprende el enorme tajo que
desgarra la roca: es la ‘losera’ de Polituara, una cantera de pizarra ya en
desuso. Aún se ven los restos cubiertos por el musgo de los refugios de los
loseros. Una pasarela de hierro cruza el barranco Espumoso, límite entre el
valle de Tena y la Tierra de Biescas. El río se encajona, un arriesgado puente
tibetano lo cruza donde otrora existía un puente ‘normal’. Pasamos junto a algunos
de los asentamientos fortificados de la llamada Línea P o Línea Pirineos, una barrera defensiva construida entre
1944 y 1948 que recorría los Pirineos para evitar la invasión de los nazis o
los aliados. Ni se culminó la obra ni entraron en servicio. Hoy están abandonados.
Existe un proyecto colaborativo cuyo
objetivo es censar los búnkeres construidos entre 1939 y 1948 en los Pirineos y
poner en valor este magnífico patrimonio de la arquitectura militar.
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Polituara. A la izquierda, imagen de principios del s. XX. Arriba, a la derecha está casa Domec
(antiguo mesón y panadería)
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Esperando...
Después de pasar
la vía ferrata y los restos de la batería militar, un camino zigzaguea hasta la
ermita de santa Elena. Cerca del
santuario se encuentra el fuerte fusilero, actualmente abandonado, dominando estratégicamente
el desfiladero. Seguimos hasta la pradera donde se ubica el dolmen de santa Elena. Fue el primero
que se descubrió en Aragón en 1932. El que vemos es una reconstrucción de uno
de los que fueron derruidos durante la Guerra Civil (se espera encontrar la
base del desaparecido). Al lado, una iniciativa curiosa: el horóscopo celta. A cada mes le corresponde
un árbol. En esta fecha sería el castaño: la honestidad. Cerca del dolmen está el zoque
de santa Engracia en recuerdo del desaparecido despoblado medieval del mismo nombre y en sustitución de la parroquial. Se denomina ‘zoque’ (limosnero) al cepo para
las limosnas en Tierra de Biescas.
Planos de las
plantas de los dólmenes de Biescas, publicados por el profesor Almagro en 1934.
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Continuamos por el
sendero accesible de santa Elena que
cubre un canal hidroeléctrico. Cruzamos el barranco de Lasieso; aguas abajo lo
salva el puente del Diablo (S. XVI). Dejamos a nuestra izquierda el crucifierro, lugar
de encuentro de los pastores antes de subir a los puertos, muy cerca de la
silleta y fuente de santa Elena. En el bosque abundan el boj y el acebo. El sendero
discurre paralelo al canal, que guarda el nivel con un muro de buena piedra.
Tras cruzar el barranco de Iguarra y los campos y bordas de Estagüen, llegamos
a Biescas. Cansadicos, cervecica, charradica y ta casa. Bueno, cuatro gotas y
un chaparrón nos han acompañado en el camino.
Fotos de Carmen, Federico, Teresa,
Nines, Matilde y Josemari
Nines, Matilde y Josemari