El barranco de la Hoz
en Calomarde
en Calomarde
Sábado, 19 de mayo
La autovía Mudéjar nos acerca de un tirón hasta el desvío de Albarracín. Al acercarnos a Gea de Albarracín, sobresale notablemente el exconvento del Carmen (s. XVII). Tras las obras de adecuación, la planta baja ha pasado a ser centro de día para la tercera edad. Sin ironía, un buen lugar para tomar el café. Recorremos el amplio claustro para pasar al patio y ver el magnífico alero de madera; lo decoran amplias ménsulas con motivos vegetales y formas antropomorfas. Desde 2003, claustro y aleros están declarados como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés. Seguimos por la calle Mayor, cuyos extremos guardan los antiguos portales de Teruel y Albarracín.
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Inconfundible
Albarrcín, encastrada en una hoz del Guadalaviar. Pasamos el túnel y seguimos
ruta hasta el primer despiste. Retrocedemos y tomamos el desvío dirección a
Royuela y, luego, Calomarde. A escasos 3 km de este último, nos sorprende la
cascada Batida o del Molino Viejo. El río Blanco ha labrado en la roca caliza
un salto de unos 20 m, dejando caer sus aguas en una profunda poza. Un paisaje
de formaciones rocosas y una vegetación exuberante lo rodea. Inevitable foto de
recuerdo.
Cruzamos Calomarde, a la derecha sale un camino
bien señalizado y acondicionado como paseo que nos acerca al barranco de la
Hoz. Respetuosos con el medio, dejamos los coches (al regreso nos acordaremos).
Una enorme mole de piedra llamada Moricacho, con una apertura en la ladera
en forma de cueva, nos adentra en el cañón del río Blanco o de la Fuente del
Berro. A unos pasos, la presa de los Ahogados remansa las aguas.
Una atmósfera opalina flotaba sobre las aguas tranquilas. Las
ranas ofrecían un gran concierto. Altas paredes tobáceas modelan el espacio. Una
placa recuerda que el 17 de agosto de 1876, dos hombres acompañados de una
yegüa, intentaron cruzar el río durante una tormenta. Debido a la crecida,
fueron arrastrados por la corriente y murieron ahogados. El animal se salvó.
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A partir de aquí
entramos en la parte más atractiva de la ruta. Pasarelas, escaleras y puentes
permiten recorrer sobre el agua el cauce fluvial salvando los diferentes estrechos.
Solo hay que ir disfrutándola sin prisa. El cañón comprime y retuerce el río entre
imponentes cortados calizos que ha ido excavando el propio río. Es llamativo
pasar por debajo del puente natural de la Toba, una estructura que une la
estrecha hoz erosionada por el río, con formaciones calcáreas justo sobre
nuestras cabezas, que alguno acarició ‘sutilmente’. El barranco se abre paso a
una zona más ancha en el paraje conocido como el molino de las Pisadas, en
ruinas. Es un buen sitio para comer. El sol ‘pica’ y preludia tormenta. Cuando
regresó el trío andarín de la fuente del Berro, regresamos por el camino que
unía Frías y Calomarde, alejándonos del cauce. Este se encarama a las repisas
de los farallones rocosos, miradores únicos para observar toda la
espectacularidad del barranco.
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El cielo se está
encapotando por momentos. Silencio. Las ranas ya no croan, barruntan lluvia. Finas
gotas dan paso a un estrepitoso chaparrón que rompe con toda su fuerza sobre la
gran mole del Moricacho; los 500 m que nos separan de los coches se convierten
en una balsa de agua. Bueno, ahí estaba JL que se acercó a recogernos. ¡Qué
bien nos sentó el café en la posada de Calomarde! Sigue lloviendo.
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Camino de Gea de
Albarrcín, el cielo escampa. Aquí no ha llovido. El día es largo y tenemos
tiempo para visitar uno de los tramos recuperados del acueducto romano Albarracín-Gea-Cella, el ubicado en el barranco de
los Burros, posiblemente el tramo más espectacular por su adaptación al terreno
y por la belleza del barranco. El canal discurre excavado en la roca siguiendo
la curva de nivel salvando el barranco a cielo abierto para seguir excavado en
la roca. En las paredes se pueden ver los huecos (lumina) para ventilar y
extraer los escombros. En el término municipal de Gea es donde se
encuentran los tramos conservados más espectaculares y que ya visitamos en mayo de 2012. La
tarde se va cerrando. Último café y algún carajillo suelto en el centro de día
para la tercera edad. Sin ironía.
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Fotos de Tomás, Nines, Javier,
CarmenB y Josemari
“Había
entendido todo como sólo una mujer puede entenderlo, por instinto y con la alta
sabiduría del corazón femenino. Durante los días que pasó en Pollensa pude
confirmar y enriquecer mi primera impresión sobre ella. Pertenecía a esa raza
en extinción de los seres que toman sobre sí, con entera independencia y
estoica sencillez, los deberes y penas que les trae la vida, sin quejarse y sin
tratar de que pesen sobre los demás”. Tríptico
de mar y tierra. Álvaro Mutis.
Paqui, feliz gaviera de la posada de Calomarde.
1 comentario:
Que bonito paraje, que bonito día, que bonitas fotos y que bien lo pasamos!!!!! Y sorprendente acueducto.
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