Por el Bajo Huerva
y la foz de Zafrané
y la foz de Zafrané
Sábado, 26 de enero
Entre las localidades de Cuarte de Huerva y Cadrete, en el sitio denominado Acampo Fita Santa Fe, se encuentra el manantial ‘Agua Fita Santa Fe’. Se accede desde la rotonda del Monasterio de Santa Fe de la antigua carretera nacional Zaragoza-Valencia, de la que sale un camino por la derecha que pasa por debajo de la autovía Mudéjar. En medio de un praderío de plantas esteparias, se ve la caseta que protege el pozo del que se extraía el famoso ‘purgante salino energético’, que llegó a alcanzar fama mundial.
El agua se captaba
mediante una bomba de émbolo movida a mano por medio de volante y manivela, se almacenaba en grandes cubas que, luego, eran trasladadas hasta la calle Madre Sacramento, en Zaragoza, donde
era filtrada, tratada y embotellada, pues poseía un alto contenido en sal que
impedía su consumo directo. Más que agua mineral era una especie de medicamento
para las dolencias de estómago, hígado e intestinos, así como un excelente
purgante y laxante. De hecho, siempre se vendió en farmacias. Así, hasta el año
1978, en que no pudiendo competir con la industria farmacéutica, su
producción fue mermando hasta su cierre definitivo. El manantial ha quedado en
el olvido, perdiéndose su singularidad. El año 1940 el
Instituto Nacional de Higiene de Zaragoza declaraba las aguas del manantial de
utilidad pública y minero-medicinal, siendo en esa década cuando alcanzó su
mayor prosperidad y fama el "Agua Mineral y Purgante Fita Santa Fe",
como se indicaba en sus etiquetas.
Siempre quedamos
sorprendidos al contemplar a pocos km de Zaragoza la impresionante mole de una
iglesia con gran cúpula próxima a la carretera de Teruel, que aparece rodeada
de chalés y naves industriales. Es el monasterio cisterciense de Santa Fe de Huerva, un gran conjunto monacal barroco del
siglo XVIII. Fundado en 1341 con el patrocinio de Miguel Pérez Zapata,
señor de Cadrete, su comunidad procedía del monasterio de Fuente Clara, en
Alcolea de Cinca. En 1443 el rey Alfonso V le concede la jurisdicción criminal y,
con ello, el abad se convierte en el señor absoluto de Cadrete y Cuarte, y era
también diputado por el brazo eclesiástico en numerosas ocasiones.
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En 1808, en el Primer Sitio de Zaragoza, tropas francesas
de caballería saquearon e incendiaron el monasterio, mataron a varios monjes,
inutilizaron los cultivos y sacrificaron al ganado. En 1835, con la desamortización
de Mendizábal, las tierras y edificios pasaron a manos de particulares. El
deterioro progresivo y la desidia ha acentuado su declive. En
la actualidad, forma parte del barrio zaragozano de Casablanca. No se puede
visitar, pero su visión exterior es impresionante.
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Cuando Pascual
Madoz visitó Santa Fe poco antes de 1850, escribió sobre el lamentable estado
de la iglesia: “La arquitectura de la nueva iglesia, es de orden corintio,
construida con riqueza y muy buen gusto. Lástima causa que un edificio de esta
naturaleza se halle en un estado de casi abandono”. Desde el 20 de abril de
1979, gracias a la memoria redactada por el arquitecto Ángel Peropadre, la
iglesia y la puerta principal son monumento nacional, si bien sigue siendo de
propiedad particular. Se restauró la cúpula para evitar su hundimiento, pero el
resto del templo sigue esperando la continuación de esa restauración.
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El castillo de Cadrete ha pasado del
olvido y abandono a convertirse en la fortaleza mejor conservada del Bajo
Huerva. La restauración hecha con materiales similares a los de la
obra original, ha recuperado con acierto muros, torre y almenas. En el
ayuntamiento se ubica el centro de interpretación, preámbulo para iniciar la
visita guiada. Presenta características únicas, como su torre forrada con un
doble muro y el conjunto de yeserías de una de sus plantas. La
principal materia prima usada para la construcción fue el yeso autóctono, lo
que proporcionó al conjunto un aspecto uniforme de difícil diferenciación del
terreno sobre el que se asienta.
Mediodía en Botorrita, inevitable vermú para algunas. Almorzamos a cobijo de la caseta de recepción, ahora abandonada, junto al yacimiento de Contrebia Belaisca, una importante ciudad celtibérica ocupada desde el siglo V a. C. hasta el siglo I a. C. La valla protectora nos impide acceder: se han cerrado los boquetes abiertos que facilitaban la entrada. Respetuosos, no saltamos la valla. El yacimiento presenta un aspecto de dejadez y abandono. Se aprecia el foso y la muralla de grandes sillares. En la parte superior del cabezo destaca un gran edificio de paredes de adobe compartimentado en cinco estancias que pudiera tratarse de un almacén de grano.
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En Fuendetodos es
visita obligada la casa natal de Goya, aunque esta vez no entramos. Es la
típica casa de labradores, reconstruida en el siglo XX y que ha sido ambientada
con muebles y enseres de la época. Pasamos por la Fuente Vieja, que es la que
dio nombre al pueblo: “la fuente de todos”. Y había que ver el neverón o nevera de La
Culroya, la única que conserva la cúpula, una construcción de piedra del siglo
XVIII, donde se almacenaba la nieve que caía en invierno para, más tarde,
consumir el hielo en verano. Se han contabilizado hasta 21 neveras de parecidas
dimensiones. El pueblo era el que abastecía hielo a los mercados de Zaragoza
hasta que con la obtención de hielo industrial desapareció definitivamente esta
actividad.
Cae la tarde, el sol se refleja tenue en las paredes calizas de la foz de Zafrané. El sendero que une la Puebla de Albortón con Fuendetodos recorre los escasos dos km del barranco horadado por procesos erosivos. Destaca la enorme cueva madre situada bajo la cantera de mármol, conocida como piedra de la Puebla. Al lado está el imponente pilar de 44 m, donde se apoyaban la vías del antiguo ferrocarril minero de Utrillas a Zaragoza. Inaugurado en 1904, estuvo en funcionamiento hasta 1966, principalmente llevando carbón a Zaragoza. La verticalidad de las paredes sirven de entrenamiento a los aficionados a la escalada.
El café, en La
Puebla de Albortón. En 2015, el expresidente de Uruguay, José Mujica, visitó el pueblo donde nació el abuelo del libertador uruguayo
José Gervasio Artigas. "No estoy cumpliendo con una obligación, sino con un sueño que una vez
tuve", dijo. Nos acercamos a la plaza de la Integración levantada sobre
los terrenos en los que se supone se ubicaba la casa natal del abuelo de Artigas, adquiridos por la Federación de Instituciones Españolas en
Uruguay y, posteriormente, donados al Estado uruguayo. "Un permanente recordatorio de los
valores como la justicia social y la solidaridad".
Fotos: Pepe, Matilde, Maite,
Nines,
Eckart, Gorka y Josemari
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