lunes, 24 de octubre de 2016



Paseo de otoño

desde el puente medieval de Pedruel



Sábado, 22 de octubre








Llevamos casi un mes de otoño y la sensación otoñal se  ha hecho esperar. Hoy, amenazaba el día con fuertes lluvias y, sin embargo, estas escamparon y un tímido sol acarició la jornada. Tras el oportuno café en Siétamo, nos acercamos a ver las veinte estelas de granito de Ulrich Rückriem. 









El escultor Ulrich Rückriem  es uno de los artistas que ha participado en el proyecto 'Arte y  Naturaleza' del  Centro de Arte y Naturaleza (CDAN). Para el emplazamiento de su instalación eligió los alrededores de Abiego, llamando 'Siglo XX' al conjunto de veinte estelas de granito. La obra,  imbricada en el paisaje,  se va transformando conforme  te alejas o deambulas  entre las columnas. Tras la grata sorpresa, desandamos el camino 'depredando' , digo recogiendo,  las almendras que la recolección mecánica no consiguió arrebatar a los productivos almendros.










El sol se deja traslucir  bajo un cielo casi gris. En Bierge, tomamos la carretera que se dirige a Rodellar.  Antes de llegar, un desvío a nuestra izquierda nos acerca al camping El Puente. Dejamos los coches e iniciamos la marcheta, un recorrido que comenzamos en el puente medieval de Pedruel  para seguir un tramo del río Alcanadre por la senda que discurre por la margen derecha del río.












El paseo es reposado, disfrutándolo. Campos de cultivo y frondosa vegetación de ribera.  Las badinas nos recuerdan el baño veraniego. Llegamos a Pedruel, uno de los siete pueblos del valle de Rodellar. Deshabitado un tiempo, ahora se ven algunas casas rehabilitadas.  En la parte alta del pueblo está la iglesia de El Salvador, siglo XVI. Tras una breve  visita, seguimos  un pequeño tramo de la carretera que va a Las Almunias hasta las pasarelas de Pedruel. La senda continúa por la izquierda hasta la  ermita de la Trinidad. Viejas carrascas rodean el entorno. Hay ganicas de comer y el muro lateral nos ofrece una recogida solana. Animada charla. Imposible sestear.



























Regresamos sin prisa. La tarde está despejada y  el sol remarca los amarillos sobre los pálidos verdes. Nogales sin cuidar salpican la ribera.  Algún madroño. Las prisas de algunos hace que el viaje  se acorte. ¿Por qué no hemos parado para ver los madroños? ¿y el café que íbamos a tomar en Bierge? ¿no era interesante la iglesia de Morrano (de origen románico)?  ¿y el huevo de Morrano?... 









Bueno, hemos llegado al embalse de Calcón. El día empieza a cerrarse, pero todavía podemos apreciar el espectacular entorno donde  se asienta en un estrecho del curso del río (la presa tiene una altura sobre el cauce de 58 metros). Las cristalinas aguas reflejan bellamente los grises azulados de las calizas que lo cierran y los verdes de  los pinos de las laderas.  A lo lejos, dos patos dejan pequeñas estelas que poco a poco se difuminan. Nos faltó tiempo para subir a lo alto del tozal donde se ubica el mirador.









Y ¿el café? En Almudevar. Curioso café. Los que tenían prisa, dejaron de tenerla; quien tenía cita, la canceló; el que quería llegar raudo a casa, dejó a dos compuestos y con mochila.  Colofón  para una linda  jornada otoñal.







Fotos de Mariano, Concha, Nines, Carmen y Pepe






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