miércoles, 18 de mayo de 2016


Bordón


Sábado, 14 de mayo






Trece sigue siendo un  buen número para iniciar un viaje. Nos hemos acercado hasta Bordón, un pequeño pueblo de la comarca del Mestrazgo, en el límite fronterizo con la comunidad valenciana, que perteneció a la encomienda templaria de Castellote. Hemos dejado atrás la torre-campanario de Mas de las Matas, que con sus más de 60 metros de altura es una de las más altas de Aragón. A lo lejos se ve la peña de El Morrón, que el agua y el viento ha esculpido caprichosamente. 



Imagen de la Virgen de la Araña, Archivo Cabré, 1908. Ministerio de Cultura, Catálogo bibliográfico del CSIC.
Pintura de la Virgen  de la Araña 
en la iglesia de Bordón


Bordón guarda un monumento excepcional: La iglesia de la Virgen de la Carrasca, uno de esos lugares que a nadie deja indiferente, sea místico o no, porque es un lugar especial. En 1212, con la aparición de una imagen de la Virgen, el Temple levantó en aquel lugar un santuario, alrededor del cual se fue construyendo el pueblo que se conoce hasta hoy. La imagen era una pequeña virgen negra de estilo románico, sedente, tallada en madera y con el niño sentado en el regazo. Fue quemada junto con el retablo en la guerra civil. También en ese tiempo fue sustraída la imagen de la Virgen de la Araña, realizada en alabastro, patrona del pueblo. 














La iglesia posee una traza original gótica, aunque en los siglos XVII y XVIII se realizaron modificaciones y ampliaciones. Consta de una nave dividida en seis tramos por medio de arcos fajones en arco apuntado, cabecera plana y torre a los pies de la nave. Está cubierta con bóveda de cañón apuntado. Pero lo que llama verdaderamente la atención es que todo el interior posee una profusa decoración pictórica fechada en 1719. Aunque muchas de las pinturas son barrocas, está llena de símbolos esotéricos: Ventanas que se abren, el ave fénix, el cancerbero y muchos otros extraños símbolos y alegorías.














En la capilla de santa Lucia, fechada en 1390, en sus capiteles encontramos escenas de la adoración de los Reyes Magos y de la concepción de la Virgen María según los evangelios apócrifos; en la clave de la cúpula aparece un pantocrátor con una bola del mundo y en ella algunos aprecian un barco y el continente americano. O tal vez sea, sin más cábalas, una carrasca y dos torres. Las pinturas también hacen alusión a esos evangelios. Existe una pequeña cámara de difícil acceso, donde los iniciados pasaban la noche encerrados presididos por la Cruz de tau, el simbolo más sagrado de la Orden; M., curioso, entró, enfocó el celular y lo fotografió. Lo que sí es seguro que la visita a este mágico lugar no decepciona.
















Preparados con las mochilas, pasamos al lado del reconstruido portal de san Roque, antigua entrada del pueblo para seguir al encuentro del río Bordón y remontarlo hasta su nacimiento. Huertas abandonadas, chopos cabeceros y otros árboles de ribera dan sombra al camino, hoy con un sol tibio. El lugar del nacimiento es espectacular, la garganta se estrecha y a lo largo de ella brotan los manantiales. Si el tiempo sigue así, no  habrá que esperar al verano para disfrutarlo. 












Comer, sestear, un café. El día se alarga y Castellote es un buen  colofón. El breve recorrido  por la villa no impidió a M. subir al enrocado castillo para templar las piernas. Chulo él, para celebrarlo, nos brindó feliz remate con un brioche de elaboración propia, que se salía. Exquisito.















Fotos de Mariano, Carmen, Hortensia, Pepe y Matilde




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